Los estilos arquitectónicos del pasado son, en gran medida, una base de inspiración y conocimiento para cualquier materia. En la arquitectura es común el estudio y la investigación de las obras precedentes. El análisis de la innovación y la ingeniería del pasado, así como los retos a los que se enfrentaron, resultan de gran valor para los desafíos del presente. El mejor ejemplo de este tipo de arquitectura innovadora y de superación de los límites se desarrolló hace un par de siglos. Estamos hablando de la arquitectura del Renacimiento.
¿Qué es la arquitectura del Renacimiento?
La arquitectura renacentista o arquitectura del Renacimiento surge en los siglos XV y XVI en toda Europa y marcó el fin del gótico medieval. Si bien el Renacimiento está muy asociado al mundo de la arquitectura, lo cierto es que afectó no sólo a diversos estilos artísticos sino a las propias corrientes de pensamiento. Su influencia llegó a modificar de un modo insólito las técnicas hasta entonces empleadas, desarrollando nuevos métodos de construcción y uso de materiales que antes no habían sido considerados.
Los resultados de este periodo son claramente visibles en bellas edificaciones por toda Europa que a día de hoy son un verdadero reclamo turístico para las ciudades donde se encuentran. Otra novedad del Renacimiento italiano es la notoriedad que adquirieron los arquitectos frente a los antiguos artesanos. El anonimato de los gremios del Gótico se rompe con la figura del arquitecto como símbolo de reconocimiento y estatus que aporta valor añadido a su obra.
Por lo general, suelen ser construcciones muy novedosas y complejas, no solamente por el tipo de materiales que se utilizan, sino también por los diseños que ofrecen. Además, al emplear técnicas novedosas, sirven como campo de pruebas para la posterior implantación de tecnologías disruptivas en la arquitectura tradicional.
Características de la arquitectura renacentista
La arquitectura del Renacimiento supone una ruptura con el modo de pensar y hacer en el mundo medieval, un retorno al mundo clásico como base de inspiración y el hombre situado como epicentro del pensamiento. Por ello, podemos ver las características comunes que unifican todas las obras arquitectónicas:
- Ideal clásico: los elementos de origen greco-romano son un punto de inspiración en la construcción de todo tipo de obras arquitectónicas de esta época, incorporando el uso de las columnas y capiteles representativas del periodo clásico. Los artistas del Renacimiento buscaban la belleza en el orden y la exaltación de la figura humana en las obras, siendo el principal valor el antropocentrismo frente al teocentrismo de la época medieval.
- La incorporación de la perspectiva: el volumen y la dimensionalidad de los espacios toma cierta importancia dentro de la arquitectura en el Renacimiento, diseñando lugares en armonía con elementos que aportan uniformidad en su conjunto para crear cierta perspectiva. Además, la incorporación de cúpulas en las edificaciones religiosas es otro elemento de gran calado en la arquitectura renacentista, donde se busca la perspectiva a través de la amplitud.
- La importancia de grandes y pequeñas obras: La importancia dada a todo tipo de obras es un elemento importante que destacar en el Renacimiento. Frente a la antigüedad, donde la importancia arquitectónica sólo se basaba en las obras religiosas, en el Renacimiento no existían obras menores. Es por ello que destacan palacetes, edificios ministeriales, plazas u otras construcciones desvinculadas del mundo cristiano-religioso. La importancia de la arquitectura como elemento de status y poder se asocia al valor aportado por el propio arquitecto que firma y documenta todo el proceso.
Italia: cuna del Renacimiento
No podemos hablar del Renacimiento sin hablar de Italia. La transformación en las corrientes de pensamiento, los cambios en las fuentes de inspiración así como el poder económico y social fueron factores decisivos en el surgir del Renacimiento.
Florencia es considerada el origen de la arquitectura renacentista. Esto se hace patente cuando paseamos por sus calles repletas de hermosos edificios, con una clara influencia del arte clásico, en los que la majestuosidad del hombre y la naturaleza se manifiestan como elementos perfectos de la Creación.
La capital de la Toscana tuvo su gran apogeo arquitectónico en el Renacimiento, lejos de las corrientes de arte medieval y con un gran estudio de los arquitectos por las técnicas e innovaciones artísticas. Una de las primeras obras que simbolizan el inicio de este movimiento es la cúpula de Santa María del Fiore, de Filippo Brunelleschi.
Filippo Brunelleschi, que se consideraba a si mismo un artesano, recibió este encargo debido a las características especiales que debía cumplir la cúpula de la basílica. Inspirándose en las antiguas ruinas romanas encontró la forma de poder llevar a cabo el trabajo. Brunelleschi sentó las bases del Renacimiento con una determinada observación de la realidad, a través del deseo y la intención con la que interferir en ella para buscar soluciones aplicables en su época.
Sucesivas obras y arquitectos inspirados por la cúpula Florenciana empezaron a recuperar los estilos clásicos para las nuevas edificaciones. El Templete de San Pietro in Montorio, Palacio Rucellai, Patio del Belvedere o Santa María Novella son algunos ejemplos de arquitectura renacentista italiana.
El Renacimiento en Europa
Gracias al nuevo orden establecido, las relaciones comerciales y el aumento de la burguesía en el siglo XVI, la arquitectura del Renacimiento se extendió con gran rapidez por Europa. Muchos arquitectos de origen italiano se desplazaron por el continente aplicando esos elementos y técnicas clásicas en sus encargos. Además, Italia se convirtió en un lugar de peregrinaje para estudiosos del mundo entero, como el filósofo Johannes Reuchlin o el artista Alberto Durero.
Es por ello que en Europa podemos encontrar varios ejemplos de la arquitectura del Renacimiento fusionada con técnicas de construcción de gran calado medieval. A menudo, la edificación tenía un elemento con clara inspiración renacentista, ya fuese la fachada, una bóveda o incluso el jardín. Algunos ejemplos son la residencia Landshut, los castillos de Heidelberg o de Montsoreau, el palacio de Johannisburg, la Iglesia de San Miguel de Múnich, o la fachada interior del Louvre.
En España, muchas obras arquitectónicas renacentistas tienen una doble influencia: por un lado los arquitectos italianos y por otro los artistas flamencos. Por ello, se conoce el arte renacentista en España como hispano-flamenco, con gran uso de las técnicas de desarrollo de arcos y bóvedas para generar espacios amplios y con cierta perspectiva. Algunos ejemplos de la arquitectura renacentista son el palacio de Carlos V y la Real capilla, ambos en Granada. O el Monasterio de las Descalzas Reales, representando a uno de los principales estilos arquitectónicos que se pueden ver en Madrid.